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EL ALMA DE LAS SERIES

por Javier Olivares.

 I

Para que una serie tenga alma, hay una serie de requisitos indispensables:

1. Que lo que se cuenta tenga interés para el público tanto como lo pueda tener para el que la haya creado.

2. Que quien la haya pensado (guionista y/o productor) debe velar para que, de la idea a la emisión, el espíritu de la serie, lo que se quiere contar y cómo se quiere contar no se pierda por el camino.

Ese interés se puede basar en:

a. El puro entretenimiento, la evasión a épocas ajenas, la aventura en tiempos presentes o no, el gancho que pueda tener su reparto…

b. La cercanía a la realidad y las emociones tanto nuestras como de quienes van a ver nuestro producto (malos creadores seremos si dejamos de ser público). O dicho, en otras palabras: verdad y credibilidad… hables de romanos, alienígenas o del portero de tu finca.

c. En cualquier caso, diálogos y personajes deben construirse con solidez, basándose en la lógica dramaturgia de los objetivos o deseos del personaje, lo que impide que los logre (o hace complicada su tarea), sus estados de ánimo, sus relaciones emocionales, sus palabras y sus silencios… que es el lenguaje inteligente y superentendible a la vez para cualquiera que la vea: porque es el suyo.

Cuando estas condiciones no se contemplan, lo que vemos en la pantalla suele ser el resultado de fórmulas en las que un extraño sentido del target (y más con la fragmentación actual) y del “yo sé lo que quiere el espectador” (frase típica de entomólogo) predominan sobre la creación.

Ejemplo de esto son esas series en las que aún cuando hablen en castellano, cuesta entender qué quieren decir. Esas adaptaciones de series extranjeras sin sentido. Esos castings de gente guapa que no sabe vocalizar o de jóvenes de 25 años que interpretan papeles de policías experimentados (como si El Comisario o Policías no hubieran existido). Cuando eso ocurre, las series pierden su alma (si es que alguna vez la tuvieron). Y, con ella, también su público.

Desaparecida

Al contrario, cuando una serie tiene alma y la dejan expresarse, nuestra ficción ha hecho series comparables a cualquier serie extranjera. Como Cuéntame cómo pasó, en la que no se habla del mundo actual pero sí se nos recuerda nuestro pasado reciente para que entendamos quiénes somos. O como Siete Vidas, donde –en algunas temporadas de gran nivel- aparecían por nuestra sala de estar personajes que se parecían sospechosamente a nosotros mismos. O como las primeras temporadas de Amar en tiempos revueltos, donde se demostró que nuestras tardes televisiva podían ser distintas apelando a nuestros recuerdos y, de paso, arrasar en una franja llena de subproductos de ficción o no, hechos a la supuesta y tópica “medida del público”. O como la impecable Desaparecida, fue capaz de adelantarse de manera emocionante a The Killing y a su origen (la danesa Forbrydelsen, también del 2.007). O, en comedia ligera, las primeras temporadas de Doctor Mateo, con un humor tranquilo e inteligente que se vende al extranjero con mayor éxito que la original inglesa Doc Martin. O como la magnífica revisión de hechos recientes como el 23-F de TVE y el 11-M de Tele 5. O como la excelente ficción autonómica –esa de la que desgraciadamente nunca se habla y produce calidad con muy poco dinero- de TVG (Padre Casares, Matalobos…) o TV3 ( Temps de Silenci, Plats Bruts, Porca miseria, los inicios de El Cor de la Ciutat, Polseres Vermelles y, perdón por citar una en la que estoy implicado, la detectivesca Kubala, Moreno i Manchón…).

Todas estas series, tan diferentes en géneros y tipos de producción, hablan de tristezas, pérdidas, derrotas cotidianas, de pequeñas alegrías donde aferrarse a la vida… No son acomodaticias y, pese a ser fáciles de ver, no son blandas ni en comedia. Cuentan desde la verdad y la credibilidad lo cotidiano o lo que no lo es tanto. Y han conseguido que el público las quiera. Porque se ven en un espejo en el que, sin dejar de entretenerse, ve reconocidas sus emociones.

No estoy hablando de series de poco éxito, precisamente. Así que poder, se puede. Y se debe.

Cuéntame

 

II

Queda más que claro, con los ejemplos citados (y habría más que nombrar) que nuestra ficción tiene capacidad para hacer productos de calidad. Ahora, falta dar un paso más en nuestra ficción para redondear el círculo: contar en ella lo que podemos ver en periódicos e informativos (aunque cada vez menos, la verdad: uno ve a Hilario Pino y prefiere El Informal). O, parafraseando la famosa frase de Adolfo Suárez, “elevar a la categoría televisiva de normal lo que a nivel de calle es normal”.

Si toda creación y pensamiento (arte, filosofía, diseño…) son el reflejo de su época, ¿cómo es la España actual desde el punto de vista de su ficción? Para todos los públicos.

Tal vez ése sea uno de los principales lastres, porque pensando en que sea para todos los públicos se desprecia la calidad de cada tipo de público y se ha expulsado de nuestra audiencia a gente que vería la televisión si se le diera otro tipo de productos. Creo que el objetivo no sebe ser sólo mantener la audiencia, sino buscar a ese gran tanto por ciento que puede llegar a serlo y que no ve nuestra ficción porque piensa –muchas veces con razón- que “es más de lo mismo”.

Y eso no se va a lograr con productos que “no molesten”, que “no inquieten”. Sean del género que sean. A ese público, al que hay que recuperar, no le vale con salpicar un capítulo con desnudos oportunistas: quiere que los actores, lo sean, a pesar de su buen físico.

No le vale con historias de buenos muy buenos y malos muy malos: busca elegir él quién es su malo o su bueno… Quiere personajes menos maniqueístas y más poliédricos.

No le vale la misma manida historia de amor: ya sabe que el amor ha cambiado mucho y ya no es lo que era… Aunque siga siendo amor.

No le vale ver la misma fórmula repetida siempre porque alguna vez triunfó. Ni el alargamiento de las series hasta que dejan de ser lo que fueron. Ni el plagio de fórmulas extranjeras: prefiere ver la original y la ve por Internet (hasta ahora… habría que ver si gran parte de la piratería en lo referente a ficción no se basa en que no encuentra en la televisión lo que allí está a su disposición).

Shameless

Con todo esto, nos alejamos de la realidad y de la verdad. De la vida y del origen de las historias. Porque se escribe de lo que se ha vivido, de lo que ha deseado y nunca obtenido, convirtiendo en imágenes lo que se ha leído, de lo que se ha escuchado…

Marcel Pagnol escribió que “la vida es una sucesión de tristezas y pérdidas y, de vez en cuando, alguna alegría. Pero eso no hay que contárselo a los niños”. Si esto es así, no cabe duda: nos están tratando como a niños.

¿Significa esto que esté proponiendo una ficción triste y melancólica? Nada más lejos de eso. Nuestros protagonistas, nuestros héroes, tienen como objetivo superar los obstáculos que le dificultan cumplir con sus deseos. Cuanto más reales sean esos obstáculos, más heroicos serán nuestros personajes. Porque, a día de hoy, un padre de familia sufre tanto para cuadrar las cuentas cada fin de mes como Sísifo subiendo la piedra a la colina una y otra vez.

Si utilizáramos la realidad que nos rodea, nuestra ficción sería más épica, más moderna, más atrevida… Mejor. Shameless, Breaking Bad y series españolas ya citadas antes son un buen ejemplo de ello con momentos como la maravillosa amistad entre Solá e Hipólito en Desaparecida. Olaantológica secuencia de Imanol Arias con el I Will Survive de la Gaynor en Cuéntame cómo pasó…Por no hablar del cáncer de mama del personaje de la Duato en la misma serie…

The Fades

Precisamente, un tema desgraciadamente familiar para cualquiera de nosotros son las enfermedades (propias y de gente querida y cercana). No existen en nuestras pantallas (salvo en excepciones gloriosas como Polseres Vermelles o la citada de Cuéntame) y como protagonistas, menos.

No tenemos enfermos mentales como los de In Treatment (lástima de no tener paciencia con nuestro excelente El Grupo). Nuestros protagonistas no deben ser enfermos terminales (como en Boss, Breaking Bad, The Big C), ni psicópatas (Dexter). Demasiada negatividad para el cuerpo.

No, aquí se tiende a que todos sean sanos, jóvenes y guapos. Y cuando es irremediable que las series las protagonicen jóvenes guapos y sanos (ése es el tema), una recomendación: comparar nuestra ficción juvenil con Misfits, esos gamberros ingleses con superpoderes, o con The Fades, esa maravilla de la BBC que mezcla el paso de la adolescencia con muertos vivientes. O la barroca creatividad del Doctor Who (el de Davies y el de Moffatt), llena de mensajes positivos, para un público juvenil al que no se le exime de la melancolía ni la tristeza.

 

IV

Dando vueltas al paisaje que nos rodea, se hace difícil de creer que en un mundo tan corrupto como el de la sociedad occidental actual (y también la nuestra), dicha corrupción no se muestre apenas en nuestra ficción.

Que en una situación social como la nuestra (llena de paro e indignación, donde el mercado manda sobre los gobiernos), esto no se aún tema a tratar en nuestra televisión. Ni en historias troncales, ni en personajes adyacentes.

Si hay un policía malo, se justifica dicha maldad en un pasado terrorífico y en que es la manzana podrida en un inmenso cesto de manzanas sanas. ¿La justicia no funciona? Vamos, no me jodas. Todo lo más, un juez que está pirado. ¿Corrupción política? Mejor no tocarla. ¿Paro? ¿Familias desestructuradas? Mejor no contar penas (Shameless es un ejemplo de cómo hablar de ello y convertirlo en una obra de arte).

Muchas veces se habla de la pequeña pantalla como la caja tonta. Eso no tiene que ser así. De hecho si hay una disciplina de vanguardia (y de vanguardia popular, además) a día de hoy son las series televisivas. Esas series que sí nos cuentan (y a veces nos anticipan) cómo es el mundo.

Homeland

Series como Homeland, que nos cuenta como lo ideológico y lo personal se mezclan en un tema como el terrorismo. Con unos personajes tan poliédricos que a veces no sabes de qué lado estás… con lo que, pase lo que pase, la felicidad del espectador no será completa.

O como Boss, donde se hace una radiografía del poder corrupto a través de un supuesto alcalde de Chicago a día de hoy. Un alcalde que tiene (y oculta) una enfermedad terminal pero que eso no le impide aferrarse al poder como si éste le fuera a dar la vida eterna.

Otro ejemplo –ya tópico, tan de moda ha estado- de contar las cosas con alma es The Wire, heredera de Homicidio y The Corner. Para muchos es la mejor serie de todos los tiempos: y habla de política municipal, en qué se ha quedado la prensa, la educación, la clase obrera y la crisis económica… de nuestro mundo. Y sin dejar de ser un policíaco.

O, ya con más tintes sociológicos, la apabullante trilogía de Black Mirror. donde todo lo que he propuesto se funde en una sola serie.

Black Mirror

¿Son series caras? Sí.

¿El problema de que no se hagan cosas así en España salvo algún intento –Crematorio– es el dinero? No. Se podría hablar de ello hasta en nuestros niveles de producción. De hecho, Homeland es una adaptación de una serie israelí que no contaba con sus mismos medios.

No es falta de medios. Es falta de riesgo. Es no avanzar en la narración con algo tan elemental a día de hoy como mezclar géneros (que confunde a la gente, parece). Es seguir idealizando tanto a nuestros personajes, hacerles tan positivos, que no parecen ciertos. Y cuando detrás no hay miga, aparecen los diálogos vacíos y las situaciones vacuas.

En esto, por cierto, también los guionistas tenemos mucho que mejorar, sea el encargo que sea el que recibamos. Porque nuestras armas son la construcción de personajes y los diálogos para convertir lo nimio en apasionante. O lo nefasto, en digno. Y si no nos dejan, decir que no e irnos.

Porque, recuerdo, cuando una serie triunfa nadie se acuerda de quienes la escribieron (fuera no pasa lo mismo). Pero cuando fracasa, el fracaso sólo tiene un padre: los guionistas. Otro día hablaré de esto.

 

V

Industria hay. Es cuestión de dar un paso adelante. Otros lo han hecho.

Un buen ejemplo es la televisión israelí, capaz de generar formatos que se venden en el extranjero (y en la meca de la TV) como In Treatment (en Israel, Be’Tipul), Homeland (Hatufi), The Ex List (Ex), The Naked Truth (adaptada por Clyde Phillips, el padre de Dexter)… Y otras dos que ya preparan su estreno: Ramzor(que se titulará Mixed Signals) y la impecable Ran Quartet(Quinn-Tuplets).

Abarcan géneros que van desde el drama, la comedia ligera, la sitcom, la política, la trama familiar… Con un descaro, un riesgo y una capacidad evidente para captar la realidad social que les envuelve. Sólo una fracasó: The Ex List y porque la CBS edulcoró hasta el empalago, la original idea de mezclar el género fantástico con el de las relaciones de pareja de la protagonista.

Todas ellas han pasado la reválida en su televisión de origen y ahora dan el salto a los EEUU, donde más de una de las majors se han asegurado la primera opción de compra de diversos creadores israelíes.

Polseres Vermelles

Sin ir tan lejos, Polseres Vermelles, una producción que no llegará ni a los 200.000 euros por capítulo, ha sido comprada por Spielberg para su adaptación USA de la mano de Marta Kauffman (Friends). Seguro que les sale más cara. Pero ojo: que no eliminen el espíritu de Albert Espinosa, su creador. Porque entonces, la adaptación americana (por muy altos que sean sus presupuestos y muy prestigiosos los nombres que están detrás de ella), habrá perdido su alma.

Alma e ideas. Verdad y credibilidad. Hay cosas que no son cuestión de dinero, sino de inteligencia y de riesgo… Y además, acaban dando prestigio y dinero.

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Javier Olivares: Estudió dos años en el Laboratorio del TEC, teniendo como maestros a William Layton, José Carlos Plaza, Miguel Narros… En prensa, fue redactor jefe de La Luna de Madrid. Ha estrenado diversas obras de teatro, como autor, adaptador y director. Como guionista ha trabajado en programas (La Última Noche, El Club de la Comedia…) y en series como Robles Investigador, El secreto de la porcelana, Los Serrano, Pelotas –en todas junto a su hermano Pablo Olivares-, Los hombres de Paco, Ventdelplà, Infidels,Kubala Moreno i Manchón (estas dos últimas como creador y productor ejecutivo) e Isabel, de la que es director argumental y jefe de guión. Profesor de guión en el Master de Producción Audiovisual de la U. Complutense y en la ESCAC de Barcelona.

24 comentarios en «EL ALMA DE LAS SERIES»

    1. Comprendo perfectamente que parezca raro que de repente varios blogs de guionistas publiquen textos míos. La respuesta es fácil: me los piden. Y yo, ya los tenía escritos: llevo meses preparando un libro sobre el tema. Y estos son fragmentos del mismo.

      Por lo demás, siento aburrirte tanto. Ya sabes lo que debes hacer cuando veas mi nombre: no leer. Así te evitas el sufrimiento y los demás comentarios tan profundos y analíticos como los tuyos.

    2. Por cierto, encantado de colaborar aquí y en VLC Guionistas, así que ya te puedes preparar para los siguientes si no sigues mi consejo.

  1. Un pequeño detalle: Dexter no es un psicopata. No esta muy claro que es (psicologicamente hablando), pero en cualquier caso no se trata ni de un psicopata ni un sociopata.

    Hablo de la serie. El ‘Dexter’ de los libros si esta mucho mas cerca de la psicopatia.

    ¿Porque no han reflejado a un verdadero psicopata en la serie?. Bueno, hablando en terminos sencillos, en comparacion con Dexter un psicopata es un persona mucho mas fria, manipuladora, irrespetuosa con cualquier tipo de codigo, carente de remordimientos.

    El Dexter de la serie es una persona traumatizada, con una terrible adiccion (matar) y una enorme dificultad para entender los sentimientos, pero a la vez honesta (dentro de lo posible), fiel a un codigo de conducta, llena de dudas y leal a las personas que le importan. No tiene nada que ver.

    Recomiendo leer este articulo: https://www.ishkarioth.com/terapiadechoque/2011/10/18/mientras-duermes-el-psicopata-realista/

  2. Estoy de acuerdo con lo que has escrito.

    Es curioso que la televisión norteamericana está sujeta a rígidas estructuras narrativas y sin embargo, dentro de ellas caben historias tan dispares como Breaking Bad, American Horror Story o Boardwalk Empire. Sería impensable intercambiar los personajes entre las series. Cada una ha creado un universo propio.

    En la ficción española por lo general, uno encuentra que la “fórmula” es a menudo lo que sustenta la narración, más que el contenido. Se mete un niño, se mete un abuelo, se mete una choni… (No importa la época). No me canso de decir que en Mad Men hay niños, pero no están para atraer la atención de los niños. Estos niños forman parte del universo Mad Men, no son “pegotes” para el target infantil con escenas infantiles.

    Esperaremos el libro con atención.

  3. Siento arrojar un jarro de agua fría sobre el “Yes, we can” que transmiten este post y otros semejantes que se han ido sucediendo, pero no creo que la sociedad española acepte según que temáticas.

    Y aplico “sociedad” en su acepción más amplia: no aceptaría una historia de alcaldes corruptos si hubiese la más mínima sospecha de que se basa en “uno de los suyos”, no aceptaría un estresado profesor de química de instituto al que no renuevan por los recortes que se dedica a fabricar drogas para mantener a su familia, no aceptaría una sitcom protagonizada por unos okupas sobrevenidos y fuera de edad, no aceptaría una historia de una ejecutiva de seguros de buena familia que descubre accidentalmente que es una niña robada y decide investigar, una comedia en la que una mujer soltera, a la que diagnostican cáncer, se lanza a buscar al mejor padre posible para el hijo que quiere tener antes de someterse a tratamiento, la historia cotidiana y poco heróica de un grupo de etarras en la clandestinidad, con sus miserias familiares y económicas, tan contradictorias con los grandes ideales por los que son capaces de matar…

    A mí me gustaría que en España se rodasen historias como esas, pero me temo que, para cada una de ellas, se alzarían las voces de la corrección política y ninguna cadena se arriesgaría a emitirlas.

    Si el público no exige calidad, las cadenas no se ven obligadas a darla. Total, a ellas solamente les importa la gente que logran sentar delante de la tele. Sus ingresos publicitarios dependen directamente de ello. Si atacar al poder político, económico, religioso, empresarial, no atrae a la gente, ¿para qué correr riesgos? Cuando alguna cadena a transigido y se ha atrevido a programar alguna de esas series tan buenas que dicen los listillos, ha sido un fracaso (subconscientemente buscado, me atrevo a decir).

    Puestas así las cosas, ¿para qué ir buscando productoras con nuevas ideas si las ideas las impongo yo y me las hacen de la encargo las productoras de siempre? La endogamia.

    En fin, creo que es un problema cultural. Los consumidores de tele no fuerzan a las cadenas a competir con productos complejos. De hecho, les han convencido de que apostar por esa complejidad es perjudicial.

    1. No sé si podemos. Pero debemos. Y ejemplos pongo de que, en la producción de series hechas aquí, se puede. Sé que es dificil. Pero considero al espectador (consumidor) mucho más inteligente de lo que muchos creen.

    2. Ojala tengas razón.

      Desde luego, si no se escriben ni siquiera habrá la posibilidad de que las rechacen durante 10 años… y finalmente se hagan.

    3. Desgraciadamente, sabemos que eso es un caso muy probable. Pero escribirlas y crearlas, tenemos que hacerlo. ¿Qué hacer si no? ¿Rendirnos más todavía?

    4. Citando tu comentarios, diría que…

      Si uno de esos oKupas saliese de allí, triunfase en la creación publicitaria y porque le despiden (efecto-crisis) quisiera salvar a esos tipos de los que se olvidó durante años… Podría resultar una comedia transgresora, y cívica.

      Y si esa ejecutiva que busca sus orígenes estuviera plantada en mitad de una revolución que cambia el mundo, ya tenemos dos propósitos, salvarse ella misma y salvar el mundo… A saber de quien es hija ¡Ta-chan!

      Si la que busca el padre idóneo para tener un hijo, es una exetarra en la clandestinidad, pagada por todos porque está de diputada en el parlamento, y se enamora de un demócrata convencido… tenemos más alicientes. ¡¿Y si el tipo es del PP?!

      Todo se puede hacer…

  4. El elemento esencial de una serie no es comparable, ni de lejos, al de un largometraje. Desde luego tiene que tener muy claro su comienzo, nudo y desenlace, pero el desarrollo medio es tan extenso que todo debe estar lleno de interés para el espectador. El problema actual es que muchas series nacen con una idea vaga, un piloto trabajado y a ver que pasa. En caso de que el espectador le dé el visto bueno comienzan a desarrollarse y en caso como “Flashpoint”, quizás sepan donde quieren terminar pero estiran el chicle y lo parten. Otras, como “Perdidos”, sabían donde acabar pero lo cambiaron en tantas ocasiones durante la complicación de la trama que acabó en nada. Otras, en cambio, como Fringe, puede que estén improvisando pero, demonios, qué bien lo hacen!

    https://casaquerida.com/2012/02/27/wikileaks-y-publico-todo-tiene-su-porque/

  5. Elevar a la ficción lo que vemos en la calle, o en la realidad televisiva, tiene un inconveniente: que ya lo has visto. Lo que prueban las miniseries que más me han gustado de la producción nacional es que lo que atrae, fundamentalmente, es lo que no se cuenta de lo que se ha visto en telediarios, tertulias, periódicos… Por ejemplo (Perdón por no acordarme de títulos): El caso Mari Luz Cortés, el asesinato de las niñas de Alcásser, Marisol, Lola Flores, o la más discudida historia del príncipe.Para entrever la dificultad de llevar a la tv estos personajes o sucesos, valga recordar la “puesta en guion” de la Duquesa de Alba…

    También es cierto que las fórmulas para conseguir el éxito televisivo son inescrutables, y puede ser que estés hablando de algo que ignoro. Por ejemplo, hacer una serie de una, o varias familias reales en momentos difíciles, especiales, pero con una fórmula distinta a las que ya circulan por ahí. Todo se funde en la identificación. Lo que le sobra a Cuéntame parece haberle faltado a Mad Men, ya que la han eliminado del canal donde estaba, Divinity, supongo que por falta de audiencia, una pena.

    Por último, ¿qué nos falta para poder alcanzar la maestría de esas series que mencionas u otra que sí conozco: SHERLOCK HOLMES? ¿Qué hacen ellos que nuestros técnicos ignoran, o no se les deja hacer? ¿Tienen más tiempo, más dedicación al guión, montaje, realización…?, porque S. Holmes lo tiene todo.
    Hasta las segundas temporadas de Hispania o Águila roja, cometían errores en la sincronización de realización y banda sonora (revísenlo) que señalaría falta de tiempo. Muchas prisas, mucho margen de beneficio (50% en ficción T5)… Y luego no se venden a compradores potenciales al precio que se les podría dar, ¿me equivoco? Por no hablar de quiénes trabajan para ellos, porque esos diálogos, a veces… Algunos actores parecen pijos al hablar, ¿qué les pasa? ¿no saben ser naturales y vocalizar a la vez? ¿O es que todo son prisas, cumplir los plazos… Llenar bolsillos y prescindir de arte que interese?

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  8. Guillermo Madjarian

    Hola Javier, Más allá de poder discrepar con los halagos a algunas series nacionales que mencionas, es excelente tu artículo, muy real y estoy de aciuerdo con tu punto de vista. Sin duda son muchas las causas de la des-relación que hay entre la calidad de la mayoría de las series nacionales y los profesionales de este país. Y el problema no son los guionistas, ni los técnicos. Aquí hace mucho tiempo que se puede producir al mejor nivel. No se escriben buenas historias ? estoy seguro que si. El problema es que por una política conservadora / cortoplacista y mercantilista de las cadenas (la excepción podria ser TV 3, quizás si se animara Canal Plus) no se producen. Y NO es un problema de dinero, por más que influya, es por éstas políticas. Las cadenas en su forma de producir, dejan afuera a toda una cantidad de espectadores que no atienden. Cuantos de nosotros conoce gente que te dice que ya no mira TV y que está enganchada a las series yanquis ( ahora también empiezan a tallar las inglesas y de otros lares), estoy seguro que muchos. Poniendome del lado de las cadenas no entiendo una política que deja afuera ese target. Un target que debe convivir con el de “Aguilla roja”, sin duda mayoritario, y que no es atendido por las cadenas. Es como si un supermercado vendiera solo azúcar y harina, pero como el jamón de jabugo es caro y lo consumen menos, no lo vende. Y eso es lo que pasa. Ninguna de las series yanquis que nos fascinan ( Mad Men, Breaking bad, la de Scorsese etc, etc ) tiene muucho público en USA. Pero gracias al prestigio y a que en USA la TV de pago es un mercado, son viables económicamente. Cuanto recaudan por exportarlas ???? Seguro que mucho. Pero fundamentalmente la conjunción del guionista / productor ejecutivo con cadenas como HBO (y las que surgieron) se dieron cuenta que ese target, siendo menor, también es un mercado. Y les dieron la oportunidad a estos grandes guionistas, David Simon, David Chase, Vince Gilligahn y demás a producir series donde lo que realmente es espectacular, son los guiones. Lo demás producción, directores, actores, los yanquis hace 90 años que en estas partidas son excelentes. Como dijera David Simon ( The Wire, Treme ) ” al diablo el espectador medio” y no es que lo desprecie, sino que él no escribe para ellos y no pasa nada. Hay gente que le gusta Mac Donald y hay otro que le gusta Arzak. El problema aquí en España es que no se da a los nuevos guionistas e incluso a las nuevas productoras la oportunidad de nuevas series y de calidad. Es más fácil hacer un a largo ( !!!!! ) que intentar colar una serie a las cadenas. No olvidemos que el 90 % de las series españolas se la dividen entre 7 u 8 grandes productoras. Por eso es que parecen muchas de ellas hechas por la misma. Todas obedecen a la politica cortoplacista de las cadenas que son las que pagan. Y la madre de todo es el guión. Todas las aclamadas series que nos gustan, nos fascinan por unos guiones excelentes. Se pasó, en estas series a que : ” antes las series decían como debíamos ser” ahora nos muestran como somos, con luces y sombras”, no caricaturas como las nacionales ( con el niño gracioso, al abuelo excentrico ) sino personajes reales, pero al mismo tiempo, con excelentes argumentos. Y lo peor de esta política errónea hasta desde el punto de vista comercial de las cadenas ( la HBO es una ONG ??? ) lo que hacen es empobrecer el nivel de calidad de las series que se pueden producir en España y exportar perfectamente. O el original de Ther Killing era una superproducción. No era un gran guión, con medios deproducción justos pero usados de forma excelente. en fin, sigo trabajando, el tema da para mucho y como siempre digo, los fenómenos sociales y culturales no son nunca unicausales, pero en el caso de las series, tu artículo es muy acertado. Sería bueno un día poder departir sobre este tema. Me quedan puntos por comentar, ya que hay comentarios a tu artículo muy interesantes, pero el tiempo es un tirano.

    Guillermo Madjarian

  9. Suelo leer el blog, pero nunca me he animado a comentar. Lo hago hoy para apuntar que el formato israelí en el que se basa Homeland se llama Hatufim, y que la versión USA de Ramzor (que la Fox ya estrenó y canceló) se llamó Traffic Light. Muchas gracias a todos los que hacéis posible este blog y un saludo desde Galicia.

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