Saltar al contenido

CÓMO ESCRIBIR UN BUEN PILOTO (Y PARA QUÉ)

por Natxo López.

No creo que haya una fórmula perfecta para escribir un buen piloto. Hay mil formas de encararlo y muchas de ellas serán válidas. Lo más importante es que sea una buena tarjeta de presentación de la serie a la que precede, que condense lo mejor de ésta y que te deje con ganas de más.

A veces hay un poco de obsesión con los pilotos, se invierte en ellos mucho tiempo y dinero como si se olvidara que son la antesala de un producto pensado para durar mucho tiempo. En ocasiones esta equivocada estrategia ha dado lugar a grandes batacazos de producciones que se hunden tras un exitoso y publicitado estreno.

Por otra parte, es conveniente aclarar que no es exactamente lo mismo escribir un piloto para vender a una cadena que escribirlo para que sea rodado y emitido. Las leyes que rigen unos y otros y sus objetivos son algo distintos. Casi nadie sabe qué hay que hacer para vender un piloto a una cadena. Yo no lo sé. Hay altos directivos que invierten muchas horas y recursos tratando de averiguar la respuesta a esa pregunta, esbozando proyectos que se acerquen a lo que teóricamente podría ser vendido, casi siempre fijándose en “lo que está triunfando ahora” para imitarlo de una forma u otra. Como guionistas, nuestra obligación, además de ayudar a escribir todas esas propuestas de la mejor manera posible, debería ser también intentar aportar ideas frescas, originales, bien escritas y que puedan abrirse hueco entre proyectos clónicos.

Escribir el piloto de de una serie es uno de los ejercicios de guión más complejos que existen, por la gran cantidad de objetivos que persiguen en tan poco espacio. Un piloto perfecto, en teoría, debería:
  • Presentar la premisa de la serie.
  • Detonar la trama o tramas principales, sin comerse recorrido posterior.
  • Dar a conocer el género, el tono de la serie y sus principales valores (algunos lo llaman “la franquicia”).
  • Explicar el “universo” de la serie (laboral, familiar, relaciones personales…), incluyendo la información necesaria para que sea entendido.
  • “Vender” la serie al público al que buscas.
  • Entretener. Nadie verá la serie si deja de ver el piloto.
  • Dejar un buen gancho para que el espectador quiera ver el segundo capítulo.
  • A ser posible, el piloto debería convertirse en sí mismo en un acontecimiento mediático. Una premisa atrevida podrá ser de mucha ayuda, aunque también es muy frecuente apelar a frases tipo “la nueva serie de…” (guionista/actor/director/productor…).
  • Y, sobre todo, y para conseguir todo lo anterior, un piloto debe ser una buena presentación de PERSONAJES.

Es muy fácil tener en la cabeza estos propósitos, y muy difícil cumplir con todos ellos. Uno dedica unas páginas de más a explicar un ambiente profesional y de pronto ve que no tiene espacio para presentar a los personajes, o  que el ritmo se resiente, o se profundiza mucho en el tema principal de la serie pero entonces no te caben todos los giros de escaleta. A veces se tiene un detonante muy potente pero entonces el giro final pierde fuerza; uno quiere que un piloto de comedia sea muy divertido, abarrota todo de chistes y el resultado es intrascendente y sin interés narrativo. Hay pilotos que pecan de ambiciosos y otros -los más flojos- que se quedan en agua de borrajas porque se han escrito en cuatro tardes.

Lo que está claro es que se trata de un encaje de bolillos en el que es fundamental la reescritura y la reflexión. A la hora de decidir en qué aspectos haremos hincapié, yo tengo la misma teoría que a la hora de redactar una biblia de una serie: se trata de atrapar, de vender, así que aprovecha lo mejor que tienes. Es decir, no hace falta ponerlo todo, no es necesario contarlo todo. Si tu serie tiene un personaje protagonista muy potente, procura que tenga mucha presencia y que le permitas “explayarse” a lo largo del metraje. Si quieres proponer una comedia coral apela a la coralidad. Si crees que lo más interesante de tu serie son las tramas policíacas autoconclusivas, recoge en el  piloto la más interesante e ingeniosa que se te ocurra.

La obsesión por “meterlo todo” en el piloto suele emponzoñar muchas rescrituras. Un piloto es un capítulo de una serie, pero también es un poco como una pequeña película. Es importante hacer un buen trabajo de escaleta y perseguir una estructura limpia, consistente, donde haya sitio para los giros sorprendentes y las vueltas de tuerca si son uno de los elementos clave del proyecto, pero sin que el espectador pierda de vista a los personajes y conflictos principales.

Mucho cuidado con el exceso de información. No es imprescindible la escena del “paseíto” donde la teniente explica al recién llegado para qué sirve cada uno de los rincones del decorado. “Aquí la biblioteca, aquí el almacén, aquí la sala de torturas”. Es una comisaría, ya la iremos conociendo. No hace falta descubrir todos los detalles de la vida de los protagonistas. Debemos conocerlos nosotros, deben estar en la biblia, pero no hace falta contarlos si no tienen una trascendencia primordial en la trama o son indispensables para entender al personaje y por qué llora cuando ve un payaso.

Para mí la pieza fundamental, la que lo decide todo, son los personajes. Son el alma de una serie, aquello por lo que los espectadores se sientan cada semana frente al televisor. Las tramas y conflictos variarán entre capítulos y temporadas, tienen que funcionar, por supuesto, pero son los protagonistas los que asegurarán la fidelidad del espectador, que querrá saber “qué les va a pasar la semana que viene”.

Por lo tanto un buen piloto, antes que nada, será aquel que haga una buena presentación de personajes. Esto no significa dar muchos datos sobre ellos (su pasado, su nivel de renta, su cualificación profesional), sino ser capaz de “vender” al personaje mostrando aquellos aspectos y conflictos que lo hacen interesante, atractivo, y que lograrán que empaticemos con él.

Esto, que debería ser la preocupación principal de cualquier guionista que se enfrente a la escritura de un piloto, a veces no es tenido en cuenta. Vemos muchos estrenos en los que “pasan muchas cosas” y hay mucha inversión en peripecias, tramas y decorados, pero donde nada te importa demasiado porque no se han molestado en explicarte a quién le pasan esas cosas. O bien porque, directamente, los personajes son dramáticamente  pobres, sin matices, sin elementos que los distingan de los cuatro tópicos vistos en mil películas malas.

No estoy diciendo que las tramas no sean importantes. Al contrario, es fundamental encontrar los conflictos e historias que mejor nos sirvan para explicar quiénes son los protagonistas, y “de qué va” la serie. Tramas que sirvan para entretener, informar y presentar al mismo tiempo. A ser posible, estas tramas tienen que buscarse y desarrollarse en función de los personajes, y no al contrario, y siempre teniendo presente que el espectador no conoce a los personajes, y que con cada acción que realicen los estamos definiendo, esculpiendo.

Por suerte, no hace falta presentar y dar cabida a todos los personajes de la serie. Es el primer capítulo, no conocemos a nadie todavía, y si tienes un elenco numeroso el espectador puede perderse con tanta cara nueva. Mejor centrarse en los más protagonistas y dejar que guíen la historia, ya habrá tiempo para ir conociendo al resto. Los secundarios pueden quedar en un segundo plano, o incluso se puede relegar su presentación al segundo capítulo.

Un capítulo piloto es una especie de muestra de lo que va a ser la serie, pero tiene sus peculiaridades. No es obligatorio que se ate a los estrictos condicionantes del formato de la serie. Puedes gastar un poco más de dinero que en un capítulo “normal” (sin pasarse), puedes tener más exteriores (sin pasarse). Narrativamente, un buen consejo suele ser centrarse en una gran trama principal que ayude a “contar la historia” del capítulo. Incluso aunque tengas claro que tu serie va a tener un formato narrativo con cuatro tramas por capítulo, quizá en el piloto debas hacer una excepción, ya que cuatro tramas de una serie que nadie conoce implicaría presentar demasiados personajes y situaciones, y la unidad dramática del capítulo podría resentirse.

Pero cuidado: el espectador puede no tomarse a bien un desfase radical entre el piloto y el resto de la serie. No hagas un piloto de 80 secuencias si el resto de capítulos van a tener 40. No inviertas el doble de dinero en escenas espectaculares si luego será una serie de “blablablá”. No vuelques todo tu talento en el primero y descuides la escritura del segundo, y el tercero, y el cuarto…

Una estructura clásica de piloto sería aquella en la que al final del capítulo queda “asentada” la situación que va a detonar y a caracterizar la serie. Rachel convivirá con Mónica y sus amigos. Vic Mackey y su grupo de asalto se mueven fuera de la ley. El padre de Frasier se queda a vivir con él. Walter White cocinará metanfetamina para dejar dinero a su familia cuando muera. Los chicos frikis de “Glee” cantarán y bailarán juntos y dudarán de su heterosexualidad. Es una fórmula generalizada que funciona bien, aunque se pueden buscar alternativas, como sabe cualquiera que haya visto el poco premonitorio piloto de “The Wire”.

Algunas veces el protagonista experimenta un arco de transformación a lo largo del piloto, casi como si se tratara de un film, que le lleva a variar su situación vital, profesional o sentimental detonando así su conflicto principal y la propia serie. Así sucede en el piloto de “The Newsroom”, aunque Sorkin, que es perro viejo, hace una trampa para vendernos en la primera secuencia a un personaje muy potente con el que atraparnos (un periodista “desideologizado” que de pronto empieza a clamar las verdades). Sin embargo en la segunda secuencia el protagonista da un paso atrás justificado con la excusa de que “la medicación le pasó una mala jugada”, para poder así profundizar en ese proceso de cambio, ya con más calma, a lo largo del capítulo. Es una trampa de guión, parecida al efecto que provoca hacer un flashfoward al comienzo del capítulo para luego volver atrás (como en el piloto de Breaking Bad), otro recurso muy habitual y que surge de la necesidad de atrapar rápidamente al espectador, al mismo tiempo que se intenta que el conflicto principal de la serie vertebre y tiña todo el episodio.

Un piloto debería ser siempre un gran capítulo, por supuesto. Hay que pulirlo, podarlo, remacharlo, dejarlo perfecto. Pero mucho cuidado con el exceso de rescrituras, propias y ajenas. Hay que ser flexible y colaborativo pero tampoco hay que decir que sí a todas las propuestas de cambio alegremente; un exceso de opiniones y vaivenes creativos pueden estropear un piloto, que en última instancia debería ser la plasmación narrativa de una idea potente, no de cincuenta. Es imposible que dos personas coincidan al opinar sobre algo tan subjetivo como una narración. A veces merece la pena intentar hacer comprender a quienes tienen las riendas que si confían lo suficiente en un producto como para adquirirlo, deben confiar hasta cierto punto, también, en sus creadores (siempre que estos no se vuelvan locos, claro, que a veces pasa).

Cuidado también con la propia obsesión por la perfección absoluta. No existe. Una linea de diálogo se puede cambiar mil veces creyendo que se está mejorando. A partir de la vigésimo segunda seguramente habrá perdido frescura e incluso su razón de ser. Y seguramente, por muy brillante que fuera, después de releerla cincuenta veces nos resultará manida o previsible o forzada. A menudo en esos casos no habla la experiencia sino la inseguridad. Esto pasa de manera muy marcada en comedia, donde los chistes pueden llegar a cambiarse cientos de veces por la sencilla razón de que ya no hacen tanta gracia como cuando surgieron. Hay que reescribir y mejorar, pero sin perder de vista cuál es la esencia que nos impulsó desde el primer momento a escribir el piloto.

Hasta aquí me estoy refiriendo sobre todo a la escritura de un piloto propio en el que tenemos que tomar la mayoría de las decisiones. Pero hay otra opción, si acaso más frecuente, que es la de tener que escribir un piloto de encargo, de una idea ajena. En esos casos hay que procurar conversar lo más posible antes de ponerse a escribir para que quede claro qué es lo que te piden, qué quieren y cómo lo quieren. La persona que toma las decisiones siempre debería estar implicada en el proceso de creación y escritura de una serie. Por desgracia, no siempre es así, bien porque no tiene tiempo, bien porque no es guionista, bien porque no le gusta el trabajo en equipo. En cualquier caso debemos amoldarnos al tono y las intenciones que nos proponen, y al mismo tiempo hacer hincapié en crear una correcta estructura de trabajo y de toma de decisiones. Por mi experiencia, algo aparentemente tan prosaico como la falta de un buen sistema de trabajo es la causante de la mayor parte de los fracasos de series nacionales, así que nunca está de más reivindicar la necesidad de tenerlo en cuenta y organizarse bien antes de ponerse manos a la obra. Puedes tener un magnífico equipo de guionistas, pero si les vuelves locos con mil indicaciones contradictorias no sacarás nada bueno de ellos.

Siempre llega un momento en la escritura de un piloto en la que uno se echa las manos a la cabeza y dice “esto que tengo entre manos es un mojón del tamaño de Manhattan”. Bien, quizá necesitas salir un poco de la habitación, dejar en reposo el ordenador, pasarle el guión a algunos amigos para que se lo lean y te den una opinión refrescante, y volver a replantearte las preguntas de partida: ¿Qué estoy contando? ¿De qué va mi serie? ¿A quién va dirigida? ¿Cuál es el conflicto principal? ¿Quiénes son mis protagonistas? ¿Por qué se supone que debería interesarme lo que les pase? ¿Cuáles son los puntos fuertes del proyecto? Vuelve a la esencia, y descarta aquello que sobre.

El resto de cuestiones a considerar tienen ya que ver con la técnica de la escritura de guiones en general. Ser conciso, crear una voz para cada personaje, entrar tarde y salir pronto, ser fiel al raccord emocional y al carácter de los personajes, huir del tópico y el maniqueísmo barato, contar con las acciones, simplificar, utilizar el subtexto, ser fiel al ritmo y al tono… En fin, todas esas pequeñas cosas del oficio de las que nos gusta hablar por aquí de vez en cuando, entre posts de chascarrillos, conciliábulos e indignaciones.

Muchas gracias por leer. Ustedes lo piloten bien.

21 comentarios en «CÓMO ESCRIBIR UN BUEN PILOTO (Y PARA QUÉ)»

  1. De nada. El mejor piloto que he visto es el de “Los Soprano”. Toni Soprano entra la consulta de la Dra. Melfi, se presenta, habla de cómo se encuentra, y cuando le pregunta a qué se dedica, él dice que trabaja en el Departamento de Residuos. Mejor comienzo no puede haber. Y poco a poco vemos a su familia y a su “otra” familia.

    También me gusta cómo comienza cada temporada de “La Víbora Negra”, cómo aparece el personaje de Blackadder (Rowan Atkinson pre-Mr. Bean) con cada faceta de malvado o persona sin escrúpulos.

  2. Uno de los post más útiles que he leído para reflexionar sobre el trabajo de guionista desde un punto de vista profesional y, a la vez, inteligible.

    A la excesiva reescritura motivada por la inseguridad añadiría otro peligro: el exceso de seguridad. Pasamos del “esto es un mojón del tamaño de Manhattan” al “hasta mis mojones son oro puro”. La medicina es la misma: salir de la habitación, despejarte y que alguien en quien confíes haga una lectura. Ver tu trabajo a través de los ojos de otro es uno de los mejores remedios para asegurarte de qué funciona y qué no funciona.

    Ya lo decían en Barrio Sésamo: sólo no puedes, con amigos sí. El trabajo en equipo es fundamental y debe ocupar una parcela en la rutina del guionista con el fin de ventilar nuestra mente de vez en cuando, aunque el grueso de la labor se haga en solitario.

    1. Muy de acuerdo. Yo es que daba por hecho que cualquiera que se meta en estas lides tendrá claro que es un curro bastante complejo y no se quedará con lo primero que le salga.

      Aunque, ahora que lo pienso, eso ha sido dar mucho por hecho.

      Gracias y un saludo.

  3. No soy profesional (ya quisiera yo), pero me ha resultado muy interesante este artículo. A mí personalmente se me ocurre una forma sencilla y entretenida de buscar rasgos que deba tener un episodio piloto, lo que yo llamo “el método Orson Welles”: visionar, visionar y visionar. Buscas unas cuantas series que sepas que han tenido éxito, ves sus episodios piloto y anotas aquellos rasgos que encuentres acertados.

    También como espectador puedo comentar que la publicidad boca a boca puede ser útil. Si os digo la verdad, muy rara vez estoy pendiente de cuándo se estrena una serie para ver un episodio piloto. Sin embargo, el hecho de que alguien me la recomiende normalmente me lleva a ver el episodio 2, y a partir de ahí me engancho o no. Sé que esta peculiar práctica mía no representa al perfil de espectador medio, pero podría ser algo a tomar en cuenta.

    Un saludo.

    1. Muy cierto, cualquiera que quiera escribir series tiene que ver muchas series. Pero también es verdad que el mero visionado no sirve para escribir mejor si no va acompañado de un cierto esfuerzo de reflexión.

      Gracias.

  4. Antes de nada, y aunque suene a llamada de ama de casa a “La mañana de La 1”, quería felicitarte, ya no sólo por el post, sino por tu aportación a este blog, que a veces desvaría y polemiza en exceso (que ojo, si hay alguien a quien se la ponga dura la polémica, ese soy yo).

    Y antes de que salte a la palestra la consabida frase del Sr. Lobo, entraré en materia.

    Tengo una pregunta respecto al tema de los capítulos piloto, y es si suele pasar que una productora invierta una cantidad de dinero en rodar dicho capítulo, y que eso pudiera facilitar la venta a una cadena.

    Lo digo porque he escrito un par de capítulos piloto en dos productoras distintas (que por supuesto nunca llegaron a prosperar), y no sé si hubiera ayudado que se hubieran rodado (eran de muy bajo presupuesto y el riesgo económico hubiera sido bajo también), si eso se suele hacer y si, en caso de hacerse, ayuda a vender realmente el producto a una cadena.

    No sé, imagino que para el señor de turno, responsable de la cadena, será mucho mejor darle a un botón que leerse tropecientas páginas de un guión.
    Aunque puede que también sea un arma de doble filo y, al dejar ver posibles carencias debido a la falta de presupuesto, eso eche para atrás a la cadena.

    Me gustaría saber tu opinión al respecto.

    Un saludo.

    1. Es complicado, hoy en día.

      Rodar un piloto es un gran gasto, esto es así. Si lo haces para intentar venderlo, te expones a gastar mucho dinero para nada. Porque no, nada te asegura que el piloto vaya a quedar bien, ni que vaya a gustar y venderse. Incluso aunque te salga redondo, igual no se vende, así que esto implica un riesgo para la productora (que no maneja los presupuestos de una cadena).

      Lo ideal, al menos de cara al resultado, sería rodar pilotos con intención de detectar los errores y aspectos mejorables una vez que la serie está ya vendida. Pero normalmente en ese momento hay muy poco tiempo de reacción y demasiado caos como para andar con pruebas, así que tampoco se suele hacer.

  5. Ultimamente, por razones que no
    vienen al caso, he leido un montón
    de guiones de pilotos de series
    americanas (de unas 60 páginas)

    Algunas reglas generales:

    1. Empieza con un teaser.
    Algo que enganche
    antes de los créditos.

    2. Revela la personalidad de tu protagonista
    en la primera escena.
    (Gregory House -> brillante y borde
    Lorelai Gilmore -> locuaz adicta a la cafeina)

    3. Mete en problemas a tu protagonista.
    Por cada cosa que le salga bien, pon 3
    que le salgan mal.

    4. Haz que el espectador odie a tu antagonista.
    Un buen villano engancha más que un
    buen héroe.

    5. ¿Como funciona tu universo?
    Explicaselo al espectador sin que
    parezca que se lo estas explicando al
    espectador.
    (ej: en el piloto de Urgencias, tenemos
    al novato, John Carter al que le explican
    como funciona todo)

    6. Dosifica la información.
    Un buen narrador
    siembra pequeños misterios (que luego no
    se olvida de desvelar).

    7. Tensión sexual no resuelta.
    Se usa desde los años 30. Funciona muy bien.

    8. Dale ritmo.
    Incluye al menos 3 tramas, y escenas de no
    más de 4 páginas.

    9. Cúrrate un buen final.
    Que incluya un Cliffhanger, o un giro
    inesperado. Algo que enganche.
    Es dificil de hacer, pero vale la pena.
    (Si has visto Breaking Bad, sabrás a lo
    que me refiero).

    1. Muy de acuerdo con todo, consejos muy útiles. Sólo tengo mis dudas con lo de las 3 tramas. Pueden funcionar muy bien, pero no es algo imprescindible. Hay pilotos maravillosos que funcionan perfectamente con una sola trama. Creo que es una de esas cuestiones abiertas que, de hecho, pueden variar dependiendo de lo que te pida tu serie.

      Muchas gracias por la aportación.

    1. Me alegro. Yo, no. Ni tampoco de los colectivos. Yo estoy en contra de los proyectos malos.

      En cualquier caso, creo que nuestra ficción tiene un problema; proyectos en los que no se sabe quién es el autor. Proyectos con fórmulas colectivistas en las que nadie tiene responsabilidad de autoría.

      PS: Díselo a los directores, que suelen convertir en proyecto personal todo lo que le viene dado (individual o colectivamente). Díselo a los productoras que ocultan con su sello a los que les hacen proyectos. O no acogen proyectos que no surjan de sus despachos en un proceso endogámico empobrecedor. Que cojen ideas de creadores y les fulminan para que sólo prevalezca el sello de su productora. Y hacen bien, porque siempre ganan. Fíjate en notas de prensa o en críticas. Sea coleciva o personal la idea, sólo se cita a la productora y / o al director.

  6. Bueno, creo que estar en contra o no de los proyectos personales, no añade mucho al tema que se debate. Si el piloto parte de una idea propia, o si te la han dado dada, seguramente los problemas son los mismos. Pero estamos en una democracia (¿?) y todo el mundo tiene derecho a opinar.
    En cualquier caso, el esfuerzo de este post para poner en claro una serie de ideas generales sobre el tema, me parece muy meritorio y útil.
    Me gustaría plantear, para redondear la cuestión, si hay cuestiones más específicas que se pudieran añadir al debate, a la hora de abordar los diferentes géneros.

  7. Gracias, Clara.
    Respecto a los géneros, no sé, sería meterse muy en concreciones. Yo creo que lo importante es saber, también, cuáles son los atractivos del género y saber explotarlos.

    Hay un aspecto importante de los pilotos que se me pasó comentar, y es que en ellos normalmente todo suele estar un poco más “pasado” que en capítulos siguientes, ya que se trata de explicar y atrapar en muy poco tiempo. Eso sucede también en lo que respecta a la presentación de personajes; si uno ve el primer capítulo de “Frasier”, verá que el padre está presentado como un hombre bastante más arisco y bastante más diferenciado de su hijo que en el resto de la serie, porque es una forma de que el espectador lo “reconozca” y entienda más rápidamente. Luego ya habrá tiempo de ir dándole matices.

    En géneros, pues, yo creo que también hay que exacerbar esas cualidades propias, haciendo que el piloto de una serie de comedia sea muy divertido, que el de una dramática consiga emocionarte hasta las trancas, procurando que el género esté muy marcado en el piloto.

    Sé que es una perogrullada, pero alguien tenía que decirla.

    Abrazos, y gracias a todos por leer y/o opinar,

    Natxo

  8. Pingback: Pilotando Isabel « Una página, un minuto

  9. Pingback: ANÁLISIS DE SERIES: EL PILOTO DE “THE NEWSROOM” (I) « Bloguionistas

  10. Aun me queda mucho por aprender. Me queda claro que lo más importante de un piloto es la historia principal y la descripción de los personajes para que se sepa de que trata la serie. Antes de eso se debe escribir la sinopsis y el perfil de cada personaje. Saludos.

Los comentarios están cerrados.

Descubre más desde Bloguionistas

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo